En una sesión de trabajo grupal de constelaciones familiares, tras una breve presentación e introducción del taller, se va trabajando con aquellos que lo deseen hasta finalizar el horario previsto.
La persona que trabaja, acompañada del terapeuta, expone el problema que desea enfocar frente al grupo.
Una vez que ha quedado centrado lo que se quiere conseguir, el terapeuta indica al cliente que escoja a algunas personas para configurar una imagen de acuerdo al tema que se esté trabajando.
El cliente, apoyándose en su intuición, colocará en el espacio de la sala a dichos representantes siguiendo su propia imagen interior.
Un vez colocados en el espacio, los representantes guiados por las sensaciones que puedan percibir, se van moviendo según lo que surja en ellos.
El terapeuta va acompañando el proceso que se presenta, e interviene según vaya siendo necesario. Poco a poco se pueden ir desvelando las dinámicas que interfieren en la solución del problema. Se irán configurando nuevas imágenes que aporten una información nueva que oriente hacia una posible resolución.
Aunque una constelación grupal es breve, impactante y puntual, se requiere tiempo para integrar la nueva mirada o perspectiva. No se producen cambios mágicos, hemos de acompañar lo nuevo que se vaya abriendo en nosotros. Es un trabajo que impulsa un cambio. Por lo tanto, nos corresponde a nosotros seguir trabajando.